TABULAMITOS
Mesa Redonda de Mitología J.Campbell –Q
en el cofre de
las potencialidades escondidas.
Reseña de la VIII Salida
de Campo
El 24 y 25 de Agosto realizamos la VIII
Salida de Campo. Aldina, Pía, Wilson y
Vicente fuimos los expedicionarios de esta interesantísima experiencia.
El encuentro de partida
se realizó en Abya-Yala, a la hora de la convocatoria. En la furgoneta
alquilada, pasamos por el hermoso expueblito de Guápulo y por la ruta
perimetral oriental tomamos rumbo Sur.
La
expedición estuvo centrada en torno al tema de los Tesoros (los escondidos, los no hallados, los ignotos, los
desconocidos, los insospechados, los no valorizados, los misteriosos…). La laguna de Yambo fue nuestra
primera parada. La impresionante superficie de un color verde jade, nos invitó
a referir algunas de las leyendas tejidas en torno a la laguna, como la del
tren que ocasionalmente se deja oír a las 12 de la noche de no se sabe qué misteriosos
días, y especialmente la del tesoro existente en el fondo de ella, que se
manifiesta con el milagroso aparecimiento en sus orillas de la pata con 12
patitos de oro que algunos afortunados tienen ocasión de mirar como elegidos
para la búsqueda de tal tesoro. Vimos al frente, en la orilla opuesta de la
laguna, el cerro donde los Panzaleos hacían sus rituales de guerra antes de
entrar en combate.
De la
laguna de Yambo tomamos el derrotero del levante para dirigirnos a la laguna de
Pisayambo, en la Cordillera Real. En el interesantísimo y bello camino, y
mientras sufríamos desviaciones y perdidas a causa de una minga en un algún caserío
del trayecto, los hijitos (Marcell y André) del propietario y conductor de la
nave (Christian) se integraban de lleno a la expedición. Mientras el uno
trataba enfáticamente de convencernos una y otra vez de regresar a las 12 de la
noche a Yambo para ver el tren fantasma, el otro ofrecía espontáneamente regalar
a su “mejor amigo” (Vicente) un mapa de un tesoro de piratas. Mientras
estábamos perdidos, o mejor dicho dábamos vueltas para retornar al camino del
que fuimos desviados, lejos ya de la laguna de Yambo y lejos aún de la de
Pisayambo, pasamos por un lindísimo pueblo de casitas pintadas, San José de Poaló, en el que encontramos, justo, una pintura mural
sobre el tren fantasma.
Vueltos al camino y tras
transitar un trecho, constatamos que la vista se ofrecía magnífica mientras
ascendíamos a la cresta de la cordillera: el pajonal dorado, el gran valle
interandino y a la distancia, casi imperceptibles, Ambato y Latacunga. Trasmontada la línea de
cumbre y ya en el Parque Nacional LLanganates, el sorprendente espectáculo: la
gran y hermosa laguna de Pisayambo. Una, la más grande, pero una de las decenas
de lagunas y lagunitas que hay en esa legendaria zona. Fue ocasión de recordar
los mitos y las leyendas asociadas, muchas de las cuales tienen que ver con un
tesoro escondido (e incansablemente buscado, incluso en la actualidad): el
tesoro del rescate del Emperador Inca Atahualpa que dicen fue ocultado por
Rumiñahui en esos inhóspitos parajes. Junto a un camino que va paralelo a la
orilla y en una zona de buena vista, nos instalamos a almorzar. Más tarde
fuimos a la otra orilla, pasando por la represa. Luego de que había lloviznado
un poco salió el sol y la tarde espléndida nos permitió gozar del paisaje y el
especial momento.
Para continuar con el
periplo, tuvimos que dejar no sin pena ese mágico lugar. El regreso fue
espectacular. La llovizna caída antes hacía que el sol se refleje en cada hoja
de cada arbusto, de cada árbol y de cada yerbita. Un extraño y bello resplandor,
incapaz de ser captado por cámara fotográfica alguna, nos acompañó en el
descenso al valle interandino. Nos encaminamos luego, y según el derrotero
previsto, a Tilipulo, cerca de Latacunga. Fue una grata sorpresa, especialmente
para quienes no lo conocían, este espectacular monumento histórico, un
verdadero tesoro patrimonial. Se
trata de una antigua hacienda-obraje que pasó por varias manos (caciques
indígenas, nobles criollos, comunidades religiosas, hacendados, hasta terminar
en las del Municipio de Latacunga, que no termina de rehabilitarlo). Numerosas
habitaciones, pasillos, arquerías, patios floridos y bellos, una capilla,
jardines, y decenas de hectáreas de pastizales, etc…hacen de este sitio un
lugar único, que es muy poco conocido, incluso referencialmente, para la
mayoría de ecuatorianos. Un tesoro accesible pero prácticamente desconocido.
En el tesoro que es Tilipulo,
encontramos otro tesoro celosamente guardado: la guía nos condujo a un
repositorio de valiosas piezas arqueológicas encontradas en la zona y nos contó
de ellas y de algunas de sus leyendas misteriosas. Luego visitamos la capilla
con su techo abovedado; el pozo de la fortuna, al que se accede por un misterioso
túnel subterráneo descendente; los jardines llenos de flores y de varias
especies de geranios; el árbol de la energía, que se dice fue plantado por
García Moreno; el patio de la carroza; y el mirador de las confesiones, del que
se dice que por su buena acústica permitía al cura confesar a feligreses
enfermos, situados a varios metros de distancia. Tras divisar las nieves del Iliniza
Sur envuelto en las nubes anaranjadas del ocaso, la noche cayó. Emprendimos
camino para ir al otro lado del Iliniza, a El Chaupi, a la hostería en la que
nos aposentamos. Por feliz coincidencia, en la cena tuvimos ocasión de festejar
alegremente el cumpleaños de Christian con pastel de cumple y brindis. A
continuación, y según es costumbre, nos reunimos alrededor del fuego a leer poesía,
mitos y leyendas, conversar sobre lo leído y filosofar sobre la vida. Leímos
las leyendas en torno al “Derrotero de
Valverde” y el tesoro de los Llanganatis. Y algunas leyendas andinas de
motivos preincásicos, entre las cuales estuvo la de “Hanac-Nina” (Luz del Cielo)
que en su dulzura, motivó el entusiasmo de algunos de los presentes (la dueña
de la hostería, que había estado escuchando, pidió fotocopia…). Luego nos
entregamos todos a los brazos de Morfeo.
En la
despejada y luminosa mañana siguiente y antes del desayuno, algunos de nosotros
fuimos a caminar por los alrededores y disfrutar del paisaje y el aire límpido.
Tras el ágape matinal fuimos a la Reserva Ecológica Los Ilinizas. En ella
recorrimos un hermoso sendero escénico, en cuyo primer trayecto hay un hermoso
bosquecillo altoandino nativo de pantzas (Polylepis
incana), el árbol mágico de papel o de alas de mariposa, que nos entregó
toda su belleza y su energía. Luego caminamos hasta un punto, el más alto de
nuestro periplo, en el que pudimos observar un vasto paisaje, nevados, los
cerros de las Tres Marías o Nudo de Tiopullo y el gran valle interandino con El
Chaupi, y a la distancia Machachi. Un verdadero tesoro paisajístico.
Ya de
regreso, y a primeras horas de la tarde, decidimos almorzar en el camino y nos
instalamos cerca de la carretera y junto a una lomita. Christian armó una carpa
pequeña para descanso y protección del sol, y mientras comíamos y algunos coronábamos
la lomita, se nos fue el tiempo y fue preciso emprender el retorno. Pasando por
la hostería recogimos nuestros bártulos, y desandamos el camino a Quito,
mientras Wilson se enzarzaba en acre discusión con André sobre un tema
recurrente entre los dos a lo largo del viaje, los gatos del chiquillo. El tema
se saldó cuando ya en la ciudad (fuimos a dejarles a los chicos en casa de su
mamá, donde nos atendieron muy bien) Wilson posó encantado con los gatos de
André, quien además cumplió su promesa y regaló a Vicente el ofrecido mapa del
tesoro.
Vicente
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Los encuentros se dieron el Abya-Yala, el primero, y
luego el segundo (con María Teresa y Rocío) en el Colibrí, Sangolquí. En el
partidero a Loreto tomamos una camioneta que nos llevó directamente a destino:
el inicio del camino al Centro Recreacional y Ecológico Gran Cascada del Pita. Luego de una bonita caminata de unos 20
minutos, llegamos a él. Conocimos
brevemente el área y luego de recibir unas explicaciones de la zona, iniciamos
nuestro camino en pos del objetivo final.
Siguiendo el sendero bajamos al cañón del río
Pita, y seguimos aguas arriba por la orilla oriental. El día estaba espléndido y
soleado. El rumor del río y el tranquilo fluír de sus aguas nos acompañaban.
Las aguas se arremansaban en pozas tranquilas que invitaban al nado. El paisaje
era formidable. Las paredes del cañón con sus formaciones geológicas nos
robaban la mirada, que dudaba en ver el río mismo, la vegetación y bosques primarios
de los alrededores, las intrincadas urdiembres de raíces de los árboles o los
bloques de piedra de forma rectilínea que se encontraban por el camino. La
cascada de Las Niñas, en medio derrotero, nos sorprendió con su belleza y
frescor. El camino se hizo largo por las paradas, la fotografía, el comentario,
la observación atenta, el reposo. Al
final, luego de cambiar de orilla mediante un puente colgante, y cerca de las 15h00, llegamos a la gran
cascada, la que nos impresionó por su tamaño y majestuosidad. Nos hubiéramos
quedado largo rato en arrobada contemplación, si no habría empezado a llover al poco tiempo de arribar.
Tuvimos que regresar. Pese a los avisos previos preventivos, en general no estuvimos
bien equipados y la mojada fue total. Lo notable del caso fue que las
integrantes de la expedición, lejos de tomar la situación de forma dramática o
quejosa, la tomaron con total frescura. Fue más que ponerle buena cara al mal
tiempo. El mal tiempo no era para verlo sino para sufrirlo a flor de piel.
Nadie se quejó, ni renegó, sonrisas y aventurillas (en plena lluvia pasar por
atrás de unas cascadillas, por ejemplo), chistes y bromas ateridas de frío, y
con tiempo para seguir viendo las maravillas de la Naturaleza. El grupo probó
su alta calidad humana y su intacto sentido de aventura. Con paradas,
comentarios, bromas, seguimos el camino de regreso bajo la fuerte lluvia.
Llegamos al comedor del Centro Recreacional en el que intentamos secarnos frente
al fuego de una chimenea y degustando una tisana bien caliente de misterioso y
agradabilísimo sabor. Para llegar a la carretera y tomar la camioneta que nos
devolvería a la “civilización”, y para concluír la aventura, al filo de la
tarde hicimos el camino de regreso en un vagoncito techado halado por un
pequeño tractor que cabía con las justas por el estrecho camino, en el que, debido
a sus anfractuosidades, la nave se movía como en oleaje marino.
Vicente
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Salida hacia el Amazonas |
El puente nuevo |
“¿Cómo les quedó?”
Camarera de la hostería IntiLuna
“Why not?”
Nombre de una discoteca
de Baños
El 2 y 3 de Febrero realizamos la VI Salida de Campo. Todos
los planes variaron cuando al no contar con más expedicionarios no contratamos
la furgoneta que inicialmente se había reservado. El 2 nos encontramos a la
hora y lugar previstos: María del Carmen, Aldina, Rocío y Vicente. Tomamos un
taxi que nos llevó directamente al Terminal Terrestre del Sur (Quitumbe). Ahí
abordamos un bus ejecutivo moderno y nuevo que parecía la cabina de un avión de
pasajeros. En un viaje muy cómodo, con visibilidad panorámica, llegamos a Baños
en 4 horas (en el futuro será menos, cuando el paso lateral de Latacunga esté
construído y se terminen los trabajos en la vía, por lo demás muy buena). Luego
de dar unas pequeñas vueltas por la interesante y bonita ciudad, decidimos
almorzar. En lo que luego se denominó un “paseo gastronómico”, ésta fue la primera
grata experiencia.
Energizadas/os por la
deliciosa comida, tras una simpática sobremesa, y de aposentarnos y dejar
nuestras cosas en la hostería, decidimos hacer ejercicio y gastar las calorías
adquiridas, ascendiendo a una loma de casi 200 m. de altura en cuya cumbre hay
un pequeño santuario de la “Virgen Modernas” (así rezaba la señalética que
encontramos en la ciudad, indicativa del sendero). El ejercicio fue bueno y demandó no pequeño
esfuerzo. Al contrario, fue tan demandante (la falta de práctica fue patente)
que se requirió comprobar el pulso cardíaco, mediante contabilidad digital. Al
fin el esfuerzo pausado pero consistente de más de una hora fue coronado con el
éxito, y luego del abrazo de cumbre disfrutamos de una singular vista, de los espectaculares
paisajes de la zona. Retornamos con el atardecer, y luego de un cafecito en la
hostería, nos congregamos alrededor del fuego para lo nuestro, leer mitos y
conversar sobre ellos y sus implicaciones. Por especial dedicación al lugar
(estábamos en las faldas del volcán nevado Tungurahua, o Mama Tungur) leímos el
mito de Hefaistos (o Vulcano, de ahí el término volcanismo) y el de Afrodita
(por lo del mes del amor y la amistad), que le está asociado (estos dos dioses
fueron esposos). Fue un rico espacio dedicado a la Mitología. En el que,
incluso, Cupido, otro personaje de ella, tuvo alguna intervención luego. Después
de haber disfrutado de la buena fogata y la lectura decidimos festejar a la
cumpleañera, Rocío, pero en vez de la forma tradicional, con pastelito y velas,
acordamos hacerlo ¡bailando en una discoteca! Why not? Pero primero fuimos a una deliciosa
cena en un restaurante italiano. Buscando el lugar apropiado para el baile (había
uno que se llamaba “Santo Pecado”, y otro “Why not?”), aconteció algo
inesperado: con gran suerte una cafetería esquinera se transformó sólo para
nosotros en una discoteca, en la que disfrutamos intensamente del baile y de
las lecciones que nos impartieron las anfitrionas, unas chicas cubanas y
colombianas. Sin que nadie nos quite lo divertido y lo bailado, regresamos a
primera horas de la madrugada a un reparador descanso en IntiLuna.
A la
mañana siguiente, las condiciones del tiempo, que auguraban escasa visibilidad,
nos obligó a un cambio de planes. Visitamos el museo de la catedral de Baños,
en el que, aparte de las cuestiones religiosas, hay interesantes salas de fauna
y flora, arqueología, etnografía, folklor…Luego, en plan exploratorio, fuimos a
conocer la zona de Iluchi y el camino al cerro Ojos del Volcán. Tanto a la ida
como a la vuelta tuvimos oportunidad de ver la práctica del “puentismo” (salto
al vacío desde un puente, amarrado con cuerdas largas, que se hace por la
emoción y la adrenalina) que se realiza en el espectacular puente sobre el río
Pastaza. En el hermoso camino y con una excelente vista llegamos hasta el desvío
a Iluchi Bajo, y luego retornamos con un tiempo que se abría para una espléndida presencia del Sol.
En el
almuerzo volvimos a disfrutar de la gastronomía y fue tanto el gusto y la agradable
sobremesa que nos pasamos de la hora, y tras retirar nuestros bártulos de la
hostería, tuvimos que esperar para abordar el bus de regreso. La espera fue
deliciosa en el soleado parque, en el que admiramos árboles, flores, paisaje, e
hicimos ejercicios gimnásticos. El viaje de regreso fue tan cómodo como el de
ida.
Aunque
con pocos, esta Salida de Campo fue tan interesante y rica como las anteriores.
La calidad humana de las/os participantes, su gracia y buen humor permanentes,
su don de gentes y cordialidad, producen
una sinergia especial que hace que el momento se disfrute con intensidad y toda
la aventura nos enriquezca humanamente.
Vicente
La loma de la Virgen Modernas |
La hosteria Inti-Luna |
El parque y la loma Runtún atrás |
El momento del fuego y las lecturas |
Los festejantes |
La fiesta |
El cañón del Río Pastaza |
La Chorrera de Agua Santa |
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“La esperanza es un
ya, pero todavía no” M.S.
“Todo es entrenable” Ma.G.
A.
“Por qué se
preocupan por el tiempo, si éste nunca se acaba". F.P.
CORO CAMPBELL ENCANTA A LA ESPERANZA Y LA REGIÓN
El Coro Campbell, bajo la batuta de su afamado y polivalente director,
Maese Felipe de la Buenaventura, dejó honda huella el tercer fin de semana de
Noviembre, días de Saturno y Sol, en la zona de La Esperanza y anejos, Imbabura,
donde deleitó a todos quienes tuvieron la oportunidad de escucharlo.
Inicialmente la gira por la zona de los antiguos cacicazgos de Garangue y Cayambi no tenía objetivos musicales (de hecho no se llevaron partituras) sino de peregrinación celebrante a Santa MariCarmen; pero para que el objetivo pueda cumplirse fue necesario una disputa palmo a palmo por espacio y vía con multitudes de peregrinos de otras santas, la Virgen de El Quinche y Mama Nati de Tabacundo.
Nuestra peregrinación se había iniciado, valga la pena aclararlo, con un
milagro de la Santa: las dos semanas previas de lluvias intensas en Quito y la
sierra Centro-Norte, que hacían previsibles
y probables chubascos y mojadas, dieron paso a dos días luminosos y soleados, en
clara demostración taumatúrgica de la agraciada.
En tierras de Nazacota Puento ya hubo una demostración de afecto hacia la Santa: en un típico café local, con olor a bizcocho fresco, el “Talento Nacional”, le dedicó unas canciones ante el deleite de los presentes que alabaron la buena voz del oficiante y hasta le compraron unos discos. Pero para ser justos con la cronología del viaje habría que señalar que muy poco después de que la nave fuera abordada (una furgoneta expresamente contratada, “tipo avión”, como dijo alguien, y en la que cupieron perfectamente María del Carmen, Aldina, María Teresa, Felipe, Marcia, María, Mónica, Gady, Yolanda, Cecilia y Vicente, total 11 personas) y el periplo empezado, ya le fueron dedicadas unas endechas: toda la tripulación entonó “Estas son las mañanitas que cantaba el Rey David” y otras por el estilo, y en las que destacó la voz de barítono de Maese Feli.
Fue pocos minutos después que una misteriosa abejita, y en el interior de
la nave, picó por no menos misteriosos motivos a la alérgica Cecilita. A poco
de eso Vicente recordó, dibujitos en mano, las viejas enseñanza escolares sobre
las hoyas y explicó algo de la prehistoria y geografía de la zona que se iba a
explorar y conocer, tierras en la que Taita Imbabura es el Rey, Cotacachi
Regina, pero el Emperador es el Cayambe.
De la ciudad de este mismo nombre, para el norte tomamos el antiguo camino que
llevaba a la “villa de Ybarra”, camino de gran belleza escénica y paisajística.
En Zuleta admiramos, y hubo quienes compraron y/o encargaron, las maravillas
bordadas en tela que hábiles manos femeninas hacen y venden allí.
La nave viró hacia poniente y ascendiendo en mágicas vueltas por caminitos
de estampa, llegamos al punto de iniciar la travesía a pies hacia la cumbre y lagunas
de Cubilche. Pero no llegamos lejos. El tiempo escaso lo impidió, pero no pudo substraernos
el disfrute intenso del momento, de la serenidad y belleza del paisaje, del
verdor de la tierra y la amplitud del horizonte, de la nieve lejana, del gozo
de compartir la alegría y la hermosura. Fueron momentos de profundas vivencias
y emociones. En concordancia con ellas, Gady compuso mentalmente sus versos, y Vicente
leyó con mucha emoción un bellísimo poema de un excelso poeta del lugar:
… Riqueza millonaria la del alma
que posee y domina
el alma de la tierra y de las cosas
y su esencia más íntima,
sólo con un mirar sereno y puro
y una palabra amiga.
En la noche hubo magnífica cena, y luego, frente al fuego de la chimenea se
leyeron mitos locales: los Chusalongos de Taita Imbabura y el joven Mojanda y
la disputa por María Isabel Nieves Cotacahi; se leyeron poesías del vate del
que se oyó hermoso poema en la mañana, Carlos Suárez Veintimilla, espíritu
sencillo, delicado y sensible. Y a poco de eso, se prendió la fiesta. Se celebró
a la Santa, se cantó el Feliz Cumpleaños
al momento de soplar las velas, se degustó el pastel, se hicieron los brindis
de rigor, y se inició una velada de canto memorable, en la que el coro, dirigido
por su Director, ensayó, repitió y ofreció recital poniendo a prueba sus
notables voces: barítonos, contraltos, contrabajos y sin trabajo, en entusiasta
demostración de pasión cantábile. “De
aquí a París” se gritaba en la euforia musical, y se invitó a todo el
pueblo de La Esperanza al concierto, que lamentablemente no pudo hacerse
presente por lo elevado de la hora, aunque se ensayaron los aplausos y los bis,
y siempre y en todo momento en medio del humor, la risa y la alegría, que han
sido parte de toda la expedición.
Cuando por el cansancio y la hora cercana a la madrugada el Coro se retiraba al descanso, con una parte de él se inició una jornada especial añadida, al descubrirse (¡seguían los milagros!) un cielo estrellado como pocas veces se puede observar: se hizo visionamiento astronómico y reconocimiento de las espectaculares constelaciones que adornaban los cielos ese momento, y se recordaron los mitos antiguos a los que están asociadas: Orión, Las Pléyades, Tauro…
Al día siguiente los madrugadores que hicieron una buena caminata pudieron
disfrutar de un espléndido paisaje: el Cayambe, el Imbabura, el Cotacachi, el
Yanaurcu de Piñán, a lo lejos la ciudad de Ibarra, el cerro Aloburo, etc.. Entretanto, los demás se dedicaban a una estimulante
sesión de terapia gimnástica conducida por María.
Luego del espléndido desayuno se inició la caminata a las cascadas del río
Tahuando, a las que no llegamos porque la hora impuso el regreso, pero
disfrutamos de un bello caminito rural, los campos, la Naturaleza, caminito que
a cada paso revelaba algún detalle interesante, y que hacía las delicias de
MaríaTer con sus fotos y colecciones de cosas bellas: una piedra como una
montaña, una flor, un líquen…
Luego, con todos nuestros bártulos e impedimenta tomamos un bus a La
Magdalena. Y ahí, en medio de un hermoso recorrido por bellos campos y en pleno
bus, Maese Feli sacó las partituras y puso en acción al coro “campbelliano” (como diría el mismo), con
sus cantos, ante la mirada sorprendida de unos pocos, la tácita aceptación de
la mayoría y la sonrisa entusiasta de algunos.
La Magdalena nos recibió. Una antigua hacienda señorial de extraordinario
valor arquitectónico, que ha sido declarada Patrimonio Nacional. Ahí, en el
salón del trono, tuvimos la fortuna de almorzar, de celebrar a la Vida, a la
Santa, a la amistad, al Grupo, al Coro. Y escuchar admirados las historias y
aventuras de Yolanda.
Luego, con la amistosa guianza de un pasante voluntario, recorrimos parte
de la propiedad, admirando sus bellezas y paisajes.
Después, y ya porque el tiempo imponía el lamentable regreso, abordamos el
bus que nos llevaría a Cayambe, por ese mismo hermoso camino por el que
iniciamos el periplo, y que ahora se llenó de melodías: el Coro Campbell volvió
a hacer de las suyas, y esta vez con más entusiasmo, con voces nuevas que improvisaron
registros, tonos, en alardes creativos, y siempre con la gracia, los chistes y
las risas compartidas.
En Cayambe, con el último destello rojizo de la tarde, tomamos el bus que
nos llevó al presente, a la ciudad de todos los días, de la que pudimos
escaparnos dos, con mucha alegría y felicidad.
Vicente
* * *
* * *
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MESA REDONDA DE MITOLOGIA
J. CAMPBELL-Quito
IV SALIDA DE CAMPO
BREVE RESEÑA
031012
Estimadas/os amigas/os de la Mesa Redonda:
El 22 y 23 de Septiembre realizamos la IV Salida de Campo.El 22
nos encontramos a la hora y en el lugar previstos: Gady, María del Carmen,
Rocío, María Teresa, Aldina y Vicente. Fuimos puntuales: apenas si esperamos los
pre-anunciados 12 minutos. Tomamos un taxi que nos llevó a la parada IESS,
lugar en el que abordamos el trolebús que nos llevó exactamente al Terminal Terrestre
del Sur (Quitumbe), en un viaje de 45 minutos. Para casi todas/os fue una grata sorpresa
conocer esta obra, un lujo, que está a la altura de terminales similares en
importantes ciudades del mundo. Ahí abordamos un bus con destino a Latacunga
que en mas o menos similar tiempo y en una excelente carretera nos dejó en la
entrada a El Chaupi. Luego tomamos un bus local en el que arribamos a ese
simpático pueblito de nuestra serranía (situado a una altitud parecida al
Cuzco, 3.350 msnm)
Luego de aposentarnos en la hostería La Llovizna, decidimos
hacer un desayuno-almuerzo y lo preparamos con lo que habíamos llevado, en la
cocina de ese lugar. El preparado no estuvo nada mal. Nos dio fuerzas para
nuestra siguiente aventura. En un “todo- terreno” de la hostería y pasando por
unos hermosísimos caminos, con paisajes cada vez más reveladores a la vuelta de
cada recodo, ascendimos al páramo y llegamos a 4.000 msnm, al estacionamiento
de la Reserva Ecológica Los Ilinizas (estacionamiento conocido como La Virgen).
En las dos horas y pico en que estuvimos ahí, disfrutamos intensamente del
lugar, del paisaje, del viento, de una naturaleza grandiosa. No tuvimos suerte
con lo Señores Principales, porque se mantuvieron discretamente cubiertos, pero
gozamos del espectáculo del inmenso valle de El Chaupi, mas allá en la lejanía,Machachi,
y lejísimos, diminuto y pequeño pero solitario y distinguible, nuestro cerro Ilaló.
Lo espectacular en vista, desde ahí, son los tres cerritos (las tres Marías)
del nudo de Tiopullo. Pero lo más hermoso, lo más bello fue deleitarnos con un
pequeño bosquecillo en una quebrada, un bosquecillo de Pantzas (¿el nombre
tendrá que ver con los Panzaleos, como alguna chica sugirió?) o Polilepis o árbol
mariposa o árbol de papel o milhojas, como también alguna gente los conoce (sus
troncos están formados por capas de color y grosor como el papel biblia). Una
belleza. Un sitio bucólico, con el discurrir de un riachuelo, el gorjeo de
pájaros, y la paz y el paisaje de la Naturaleza.
No hubiéramos
querido salir de ahí pero el transporte venía por nosotros a hora fija.
Fuimos luego a conocer el pueblito de El Chaupi, y a nuestra
vuelta llegó, en el filo de la tarde, y tal cual había prometido, Felipe.
Cuando la noche era muy tierna y el frío empezaba a manifestarse
para algunos, prendimos la chimenea y nos reunimos a deleitarnos con la
lectura. Leímos sobre la antigua cultura Panzaleo, asentada en esos lugares, hace
siglos, y la cultura mestiza chacarera y del chagra, de la hora actual. Al azar
leímos un mito y, coincidencia, salió el
de Arturo y la “mesa redonda”. Luego de la amena plática, y de la cena que
preparamos, alguien recordó que estábamos en vísperas de un cumpleaños, y entre
vivas y aplausos, se inició una fiesta inolvidable y loca como pocas: gran
cantata y guitarreada, sin guitarristas. El ánimo de todas/os, y el
entusiasmo de Felipe, hicieron todo.
Como no podía ser de otra manera aguantamos, cantando todos, guitarreando
Felipe (“lo mío es la guitarra”),
durmiendo y despertandoalgunitos. En medio de gran alegría y diversión, la
pasamos hasta que empezó el propio día del cumpleaños, más allá de las 12 de la
noche. Luego incluso hubo serenata a la cumpleañera, María Teresa, que nunca
estuvo en lances parecidos ni celebró su onomástico de forma tan especial.
Como al que madruga los dioses le ayudan, quienes pudimos
hacerlo disfrutamos de impresionante espectáculo: los Ilinizas, que el día anterior
se mostraron esquivos, estaban totalmente despejados en el fondo azul del
cielo. Horizontes límpidos en el occidente y noreste posibilitaron ver al
nevado Cayambe, allá lejos, en el centro del Mundo.
Luego del copioso desayuno seguimos con nuestro periplo. Pero
teníamos una novedad especial: la nave
de Felipe, que nos llevó a los siete expedicionarios a las faldas de uno de los
cerritos del nudo de Tiopullo, el Saquigua, cuya ascensión iniciamos. Por estar
el día bien adelantado, y el sol fuerte, no hubo ánimos para llegar a la
cumbre. Tres personas llegamos a un filo,en
el medio del trayecto, en el que pudimos ver un amplio paisaje, que incluyó,
aparte del Rumiñahui y el Pasochoa, que
se habían visto varias veces en esos días, el Omoturcu, el Atacazo, laViudita,
El Rucu-Pichincha y el gran valle de Chaupi-Machachi-Amaguaña. Al regreso nos
reunimos donde habían quedado los demás. Un hermoso paraje en el que destacaba
un bosquecillo de quishuares centenarios. Eran notabilísimos por ser sagrados, es
decir, longevos, anchos,conservados respetuosamente por la comunidad, y porque
el Quishuar es el “Árbol de Dios” para las culturas andinas. Fue un momento
mágico el que se vivió en ese instante. Un momento de inspiración para todos y
especialmente para Gady que lo plasmó en un bello poema. Luego de largos
momentos de compartir esa vivencia especial, salimos forzados por la lluvia,
que nunca llegó a caer, salvo unas pocas gotas iniciales. Llegados a la nave,
fuimos a conocer el pueblito de La Libertad, que habíamos visto desde las
alturas. Nada especial, salvo por un hermoso burro, de estampa, que Felipe
fotografió luego de varios intentos. De regreso en El Chaupi encontramos una
buena tienda en la que pudimos tomarnos unas cervecitas frías para apaciguar la
sed, mientras esperábamos a tres personitas que se sumaban al festejo. Y ello
fue una novedad muy linda, inédita para este tipo de expediciones: se sumaban
los hijos. Uno de María Teresa y dos (una chica y un chico) de Rocío. Brindis
por el encuentro y la ocasión. La ocasión se celebró con todas las de ley en el
almuerzo, más allá de las 15h00. Globos y serpentinas, brindis y cantos por la
querida cumpleañera, y un almuerzo exquisito.La despedida fue con pena.
Habíamos vivido experiencias inolvidables, vivencias que llegaron al corazón,
aprendizajes que llegaron a la mente, belleza que se queda en el recuerdo.
MESA DE MITOLOGIA J.CAMPBELL-QUITO
III SALIDA DE CAMPO
El 4 y 5 de Agosto tuvimos la III salida de campo a la Parroquia Gualea (en el Noroccidente de Pichincha), la zona núcleo de la antigua cultura Yumbo.La idea era continuar con mitos sobre el agua, y profundizar en nuestro conocimiento sobre esa cultura.
Fuimos de la partida María del Carmen, María
Teresa, María Susana, María, Cecilia, Vicente y Aldina. Felipe se nos unió el
Domingo.
Nos alojamos en la finca GuayaboVerde, un lugar
maravilloso. Una vez aposentados, paseamos por la finca, lo que incluyó visita a
una pequeña alberca de peces, explicaciones de Vicente sobre algunas especies
locales en medio de la caminata, y un primer contacto con el elemento agua:
unachorrerita, un hilo de agua que se desliza sobre las rocas en la parte más
baja del lugar. Luego del almuerzo, y tras realizar un recorrido en vehículos
por la zona, con su flora especial (Las Tolas), visitamos el museo de Tulipe
(museo y proyecto que ganaron el premio internacional Reina Sofía el año
pasado), en donde semuestran las evidencias culturales del pueblo Yumbo, y el sitio arqueológico de este
lugar sagrado. Visitamos las llamadas piscinas, que tienen varias formas
(redondas, cuadradas, rectangulares), en donde los yachaksy chamanes realizaban
ceremonias y cultos al Sol y la Luna, en los solsticios y equinoccios.
En la noche Vicente prendió la fogata y al calor de ella leímos
mitos sobre el agua, poemas y lecturas sobre la naturaleza.
Al día siguiente después de un delicioso desayuno, fuimos
al pueblo de Gualea a esperar a Felipe, y aprovechamos para tomarnos unas
fotos. Ya con nuestro nuevo expedicionario, fuimos inmediatamente a visitar la
cascada del río Chirapi, en Pacto, llamada también Gallo de la Peña, y luego caminar río arriba
por su lecho.
Ahí en esa zona pudimos disfrutar de unos senderos
hermosos, de escuchar el canto de los pájaros, admirar las cascadas y los
petroglifos (otro huella de los antiguos Yumbos). Un momento mágico fue nuestra
vivencia del agua, que la sentimos profundamente, de diversas maneras.Un lugar
encantado en donde pudimos conectarnos con la naturaleza y nuestro interior.
Terminamos el paseo con una deliciosa parrillada en
GuayaboVerde.
Agradezco a Vicente por su hospitalidad, por su atención y
por compartir este hermoso lugar.
Y a las amigas que nos enriquecieron con la meditación,
sensibilización, rituales, lecturas, poemas etc.Comparto con ellas sobre el
entorno maravilloso que hizo de esta vivencia algo mágico.
Gracias a todos, por el compañerismo, solidaridad, por el
esfuerzo en las caminatas para llegar a la meta y por sus ganas de disfrutar de
esta aventura.
SALIDA DE CAMPO A GUALEA EL 4 Y 5 DE AGOSTO 2012
Parque de Gualea |
Las casas del árbol |
Panorámica |
La travesía |
Petroglifos de la cascada |
Petroglifos |
Centro ceremonial en el Museo de Sitio de Tulipe |
Caña guadúa |
Flores, vaina y semilla de balsa |
Junto al estanque en Guayabo Verde |
Flor de loto-estanque en Guayabo Verde |
Vicente nos cuenta sobre las semillas de tagua |
La naturaleza al alcance de la mano |
El grupo |
Los expedicionarios: Aldina, Vicente, Ma.Teresa y Gady |
Gady, Ma.Teresa y Aldina bajo las orquídeas |
El fuego mítico |
Estamos muy
contentos con las personas que pudieron ir. Esperamos que a la siguiente salida
nos puedan acompañar más personas con el mismo gusto de disfrutar la naturaleza
y la aventura.
Fue una
experiencia hermosa y enriquecedora. Cargados de pesadas mochilas subimos casi tres horas: fue un enorme esfuerzo, y por el
cansancio parecía que no íbamos a llegar nunca… Sentimos la importancia de
tener unos buenos compañeros de
expedición. Vicente dándonos el ánimo que necesitábamos para llegar al refugio, y al mismo tiempo impresionados de ver tanta
belleza y variedad de la naturaleza.
Disfrutamos de
ella a raudales, y de muchas otras cosas inmateriales, de los mitos que se
leyeron a la luz de la vela (mitos del agua, información sobre la cultura yumbo
y poesía), de la fogata, la luna y las estrellas, de la satisfacción de
culminar la montaña y de maravillarnos del culunco y de la cascada, y de
bañarnos en ella..
Gracias
compañeras/os de expedición por compartir la pamba-mesa, el refugio, las
lecturas y la solidaridad que estuvo presente en todo momento.
VIII Mesa Redonda J.Campbell - Mayo 22, 2012
Al final de la reunión celebramos el cumpleaños de Anita Steinitz |
Diana Ortíz - cantautora |
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Alone in wilderness
Obra de Mariana Maldonado, inspirada en J. Campbell
"Justamente mis obras (pictóricas) de animales fueron una respuesta, después de haber leído “El Poder del Mito” y “Mujeres Que Corren Con Lobos” de Clarissa Pinkola Estés. Para mí fue una experiencia identificarme con lo que es sagrado, primitivo y libre de todo dogma aprendido. En cierta manera era como volver a nacer y ver el mundo con la inocencia de una criatura, para encontrar lo que es fundamentalmente verídico en mi alma y cuerpo. Estas obras fueron una manera de formar una unión con los primeros shamanes que pintaron las paredes de cuevas identificando la unión espiritual entre lo humano y lo animal. Pintar estas obras fue un acto de revelación, conexión y aceptación de mis instintos primitivos y encontrar la humildad de ser simplemente un animal más en el mundo. Esta es la energía que hasta este día me permito expresar en mis pinturas".
Mariana Maldonado
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VII Mesa Redonda J.Campbell Abril 24 2012
PASEO REALIZADO EL SÁBADO 14 DE ABRIL 2012
Aldina,
ResponderEliminarMil gracias por compatir las bellas fotos en la Reserva Pahuma. Ya me imagino cuanto deben haber gozado de las grandes charlas relacionadas con nuestro maestro Joseph Cambell en medio de este panorama espectacular! Talvez algun dia, no muy lejano, tenga la oportunidad de conocerles y participar con ustedes momentos inolvidables. Una vez, mas muchisimas gracias!
Sinceramente,
Lupe Fairman